sábado, 21 de julio de 2012

Banca Cívica pierde 651 millones en Bolsa durante su único año en el mercado

Unos 26.000 accionistas navarros compraron el año pasado participaciones de la entidad adquirida por Caixabank
 Antonio Pulido y Enrique Goñi, hoy hace un año en la Bolsa.
PAMPLONA. La aventura terminó muy pronto y en un sonoro fiasco. Banca Cívica, la entidad impulsada por Caja Navarra, desaparecerá en los próximos días y cerrará un año de vida en Bolsa tras haber perdido por el camino casi la mitad de su valor (48,51%). Mas de 651 milones que se han evaporado en una trayectoria casi siempre descendente y que concluirá con la dilución de la entidad dentro del gigante catalán Caixabank.
Nada salió como estaba previsto. Las propias debilidades -insuficiente capitalización, elevada exposición al ladrillo y una bicefalia letal durante el último año y medio- y el entorno desfavorable -con agravamiento de la crisis y un último cambio regulatorio que terminó por ahogar a la entidad- han condenado a un proyecto que unía a cuatro cajas muy diferentes y que salió a los mercados en el peor escenario posible. En los últimos doce meses todas las entidades financieras han sufrido pérdidas en Bolsa superiores al 20%. Y algunas, como Bankia, se han dejado un 80% del valor, arruinando la inversión de miles de ciudadanos y con la justicia investigando si hubo plena transparencia en la operación.
El caso de Banca Cívica no resulta tan dramático, pero el varapalo para quienes esperaban una revalorización resulta notable. La adquisición por Caixabank ha evitado la nacionalización y las pérdidas absolutas de los más de 90.000 pequeños inversores (unos 26.000 de ellos navarros), que rondan el 50% respecto a la cotización de julio del año pasado. Las acciones debutaron el 21 de julio de 2011 a 2,70 euros y cerraron ayer a 1,39 euros. En aquel momento unos 26.000 navarros demandaron acciones por valor de 295 millones de euros. Si hubiesen comprado esa cantidad, algo que no sucedió al superar la demanda a la oferta, y no hubiesen vendido ninguna acción durante este tiempo, habrían acumulado una pérdida en Bolsa de 143,1 millones de euros en el último año. Con la absorción, los inversores recibirán cinco títulos de Caixabank por cada ocho de Cívica, un canje que, con las actuales cotizaciones, ni perjudica ni beneficia a los accionistas respecto al valor actual de los títulos.
VÍA DE ESCAPE Salir a Bolsa era una vieja aspiración de Enrique Goñi, consejero delegado de Caja Navarra, e impulsor de Banca Cívica, proyecto compartido con Cajasol, Caja Canarias y Caja Burgos. El directivo navarro, que hace seis años anunció la inminente cotización de la corporación industrial de la caja, pudo cumplir el año pasado su objetivo. No eran las circunstancias ideales, pero fue la vía de escape elegida para captar el dinero que le faltaba a Banca Cívica, que había tenido que pedir 977 millones de euros al FROB.
Descartada la nacionalización, como en el caso de las cajas gallegas o las catalanas, Banca Cívica emprendió en la primavera de 2011 una carrera frenética para convencer a los grandes inversores para que apoyasen el proyecto. No lo tuvo fácil, y tuvo que ofrecer un descuento del 60% respecto a su valor en libros. Era un pésimo presagio y un reflejo de la desconfianza hacia los balances de las entidades financieras españolas, contaminados por años de venenosa financiación al suelo y al ladrillo.
El tramo minorista se completó con esfuerzo y recurriendo desde las sucursales a los clientes de las cajas de toda la vida, pequeños ahorradores a los que se vendieron las acciones como una magnífica oportunidad. "Es bueno para Navarra", se argumentaba en algunos casos para convencer a los más remisos.
Todos los órganos de gobierno de la caja respaldaron sin apenas fisuras el traspaso de los activos al banco y el proceso de salida a Bolsa, sobre cuyos riesgos sí alertó el anterior director de Caja Navarra, Lorenzo Riezu, a quien Miguel Sanz sustituyó a finales de 2001. Enrique Goñi, que hoy cumple 51 años, calificaba la salida a Bolsa como "un día feliz" y el Gobierno de Navarra se limitó a hacer el coro de la operación. Yolanda Barcina confiaba en que resultara "positiva para todos" y Roberto Jiménez decía que todos clientes podían "estar más tranquilos".