Los cinco grades bancos españoles –Santander, CaixaBank, BBVA, Bankia y Sabadell—se convertirán en financiadores de casi el 45% del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), dotado con 18.000 millones.
Destacan la ausencia de Banco Popular y la presencia de Bankia. Ésta última, pese a su rescate, ve en la operación una oportunidad de negocio. La fórmula del préstamo de 8.000 millones está por definir, pero previsiblemente se hará mediante la suscripción por parte de las entidades de un bono del Tesoro con vencimiento a diez años, a razón de 2.000 millones las tres primeras y el resto las dos segundas. Dada la dependencia de la banca española en el Banco Central Europeo, la financiación del FLA es en gran parte posible gracias al BCE. Para las entidades bancarias, el FLA supone entenderse con el Tesoro en vez de con las CCAA, y ello tiene gran importancia práctica en términos de mejor riesgo, pues a nadie se escapa la presión política recibida por la mayoría de estas entidades para financiar a las CCAA, que ahora se elimina.
Es de esperar que el FLA establezca condicionantes a cumplir por las comunidades que soliciten la financiación, tal como la Unión Europea ha marcado para España en el rescate bancario y exigirá, de producirse éste, en el rescate general. No solo es lo ortodoxo, sino que además es lo sano y lo correcto. Y no tiene sentido disfrazar todo este proceso entre eufemismos y excusas que distraigan de la realidad insoslayable de que tanto las comunidades como el Estado requieren financiación de absoluta emergencia. Los cinco bancos que participan en el esquema muestran un alto grado de responsabilidad en una coyuntura en la que se hace imprescindible al apoyo de todos.
